domingo, 22 de febrero de 2015

Reseña: Los besos comprados




Esta novela llegó a mis manos por casualidad y por el tiempo. 

Un día, Rafael Velázquez colocó un post donde decía que antes de las seis de la tarde pusiéramos un número del uno al diez, sin repetir. En Chile iban a ser las cuatro de la tarde y puse mi numerito, sin saber qué él era de España, aun así, como no había respuesta, me tomó en cuenta y era un sorteo para regalar su novela: Los besos comprados. 

Así, nos hicimos amigos de Facebook y pude “sicopatearlo” para saber de qué iba su novela. Y cuando apareció ante mí como “La novela que merece ser conocida”, debo ser sincera que pensé que sería otra novela del montón. Es cierto que todos ponemos: “No te la pierdas”, “No dejes de leerla”, y un largo etcétera. Pero muchas veces me ha pasado que cuando veo tan de cerca una gran recomendación, me da una cosa extraña en el cuerpo. 

Comencé a leerla y me sorprendió en gran manera. Realmente es una historia que merece leerse. Y les diré por qué. 

Jorge es un hombre que lo perdió todo. Literalmente. Su casa, su trabajo, su novia. Agobiado por tanta miseria y luego de dejarse vencer, se dedica a la profesión más antigua del mundo: la prostitución. Pero no piensen, ni por un segundo, que él es un sumiso, un dominante ni nada que se le parezca. Es un hombre que pone todo su corazón en lo que hace. 

Debe leerse porque no solo se trata de un hombre que se vende por dinero.

Las descripciones hacen que uno se meta en el lugar. Incluso sin conocerlo. Creo que si viajara a su ciudad podría reconocer las calles, el mercado, las tiendas y la playa. A mí, en general, me aburren las explicaciones y detalles, ¡en realidad no me importa que a mano derecha se encuentre la taza del baño! Sin embargo, las descripciones de Rafael son exquisitas, agradables, tanto que te llegas a encariñar con los vecinos que aparecen como una clara molestia a nuestro protagonista. Se puede sentir la miseria de Jorge al entrar al apartamento de Marga. Se puede sentir hasta el moho en la tienda donde trabaja Alba. Sé que no tienen idea quienes son estas personas, pero al leer, se darán cuenta que son tan protagonistas como el que vende sus besos.

Lo que me llamó la atención es que Jorge es un hombre como cualquier otro, no es un semental, no es un hombre, como dijo un amigo por el nuevo estilo de novelas, de los que usan transfusión de viagra. Es un hombre común, como el que cualquiera pueda conocer. Con sentimientos, con anhelos, sueños, frustraciones. 

También se debe leer porque está muy bien documentada sobre un tema que uno ha visto en las noticias como pincelada. La adopción ilegal en España desde hace un montón de años. La historia está contada como algo natural, no como una clase o como si fuera Wikipedia. Y no solo de estos casos, también de la historia de política de ese país. Y, como dije antes, con la forma de describir las situaciones, los espacios y la historia de Rafael, no es una carga, al contrario, es un agrado. 

Se debe leer porque aparecen todas las clases de amor y de como cada persona que se cruza en la vida de Jorge, le enseña algo y, de paso, nos enseña a nosotros. 

¿Recomendada? No. Lo siguiente. Mejor dicho eso es un eufemismo. Me gusta encontrar entre las novelas, hombres que no sean una máquina sexual. Hay sexo, sí, pero está tan limpio, que hasta lo grotesco en su relación con Mónica, se ve elegante. 

Espero que se animen a leerla. Si quieren entrar en la mente de un hombre, esta es su novela.

Gracias, Rafael, por aceptar que en mi país no eran las seis todavía (porque le porfié) y me hayas dado el honor de leer tan hermosa historia.



Si te interesó esta reseña, puedes comprar su novela en Amazon en su página de autor Rafael Velázquez. No se arrepentirán. 


Y contactarlo en su Facebook.




Espero que les haya gustado y también espero sus comentarios. Saludos y nos leemos en otro post.



jueves, 19 de febrero de 2015

Reseña: El Ángel de las Sombras



Esta novela, debo admitir, no estaba dentro de mis prioridades de lectura entre las tantas historias que tenía, y tengo, por leer, pero por razones del destino, lo tuve que hacer y no me arrepiento, me llevé una grata sorpresa. 

El Ángel de las Sombras de Mariela Villegas es una historia distinta. Estamos acostumbrados a leer acerca de mujeres débiles, dóciles y por sobre todo, puras. Todo lo contrario a Felinnah, la protagonista de esta novela, una prostituta con una infancia terrible, que la hizo más fuerte; la mujer a la que su padrastro abusó, es la misma que trata a sus clientes como una felina, una leona sedienta de venganza. Solo Chrystal, su amiga y compañera de labor es merecedora del amor y ternura de parte de la fémina. 

Cuando una noche de labor, conoce a Dominic, ya nada le importa, ni siquiera su vacía existencia. Creyendo que ese hombre es un dios, está dispuesta a entregar su vida en sus manos. Pero él, siendo el Ángel de las Sombras, un inmortal oscuro, un vampiro, no puede acabar con su ella como tenía planeado, como lo hacía con sus otras víctimas, ultrajándolas y torturándolas al límite. Algo se lo impide.  

A sabiendas que su compañía pone en peligro a la mujer, el vampiro decide apartarse de ella, sin ser capaz, como si estuvieran destinados a estar juntos por la eternidad. 

Una novela diferente, con deliciosas expresiones y descripciones, con intensidad en cada uno de sus capítulos. 

Recomendada al cien por ciento y con ganas de seguir la segunda entrega lo antes posible para enterarse qué es lo que sucede con esta pareja tan igual y tan diametralmente opuesta. 

Felicidades y gracias, Mariela, por el privilegio de haber participado en hacer el booktrailer, como si fuera parte de ella y por la que tuve la gran suerte de leerla. 

Y quienes no la han leído, corran, porque de verdad vale la pena. 





De venta en 

martes, 17 de febrero de 2015

Reseña: Historias para leer de noche

Hola, media perdida he andado últimamente, pero aquí vuelvo con la sección de Reseñas.


Enrique Caballero, quien me dio el privilegio de leer su historia El detective perfecto, y con quien inicié esta sección de Reseñas, me sorprendió luego con Historias para leer de noche.

Describir cada una de las historias, sería imposible. Hay algunas largas de más de treinta páginas, con capítulos y todo, y otras más cortas, de página y media. Sin embargo, cada una de ellas es interesante, exquisita en su pluma, como el autor, de una elegancia y sencillez que llenan cada una de sus páginas.
La imaginación de Enrique creo que no tiene límites para historias tan peculiares, diferentes y, a la vez, con una coherencia y puntos de vista que llaman a pensar y analizar al leer. Sin querer uno se adentra en las historias sin saber qué va a ocurrir, intentando prever su final y no siempre es lo que uno espera.
Historias interesantes para quienes busquen algo más de la lectura que simplemente pasar un buen rato. La inteligencia del doctor Enrique Caballero se plasma en este libro, que dista mucho de ser historias que simplemente pasen como si nada.
Recomendada para los verdaderos amantes de la lectura y reitero que no se pierdan, de este mismo autor, El detective perfecto, sin olvidar su papel y su lápiz, que si logran descubrir cada personaje y al verdadero culpable antes del final, me avisa...


Biografía

Enrique Caballero Peraza, es un médico, psicólogo, político, politólogo, genealogista, historiador y escritor mexicano. Nacido en 1959 en Acapulco, es padre de dos hijos: Daniela y Alejandro y abuelo de un nieto, Luis Karlo. Lector omnívoro y voraz desde la infancia. Ha realizado estudios u obtenido grados académicos en medicina, psicología, psicoterapia, periodismo, pedagogía, historia, teoría y análisis político y filosofía política. Estudiante de la maestría en ciencia política. Egresado de Medicina en la Universidad La Salle, ha estudiado en la UNAM, la Asociación Mexicana de Psicoterapia Dinámica, y la Universidad Autónoma de Guerrero. Ha publicado sus libros “Más allá del tiempo”, “El hijo de la oscuridad” “El detective perfecto” e “Historias para leer de noche” Como Diputado Federal y Local, destacan sus iniciativas como la de la formación de la Comunidad Latinoamericana de Naciones, sus editoriales y documentos de análisis político, todo ello compendiados en su libro “Punto de vista”. Sus nuevos proyectos aún inconclusos son un libro de divulgación científica sobre el Neanderthal, una enciclopedia sobre Mitología, “Tiempo de morir” que es una saga de fantasía medieval y la traducción de algunos textos medievales en Latín, Lengua Romance e Inglés Antiguo. Ha contribuido con editoriales de análisis y opinión en diversos medios locales y nacionales, tocando temas desde política, divulgación científica, sociología y crítica de cine hasta teología, firmados con su nombre y bajo pseudónimo, entre ellos Trópico, donde publicó su primer artículo; Diario 17, bajo el pseudónimo de Carlo Magol, el Sol de Acapulco, Novedades de Acapulco, con su columna de crítica de cine llamada: “Desde mi butaca” firmada por “cinéfilo” y últimamente con su columna “Punto de Vista” en la revista 99 grados. También incursionó en la docencia teniendo a su cargo las cátedras de Sexología, Psicología, Filosofía, Teología, Orientación, Ser Humano, Historia de México e Historia Universal, en la Universidad Interamericana de Desarrollo, el Centro Universitario Grupo Sol y La Salle. En fechas recientes explora una nueva faceta como conductor y panelista del programa de análisis político: “Café de Nadie” en Radio y Televisión de Guerrero. Radica en Acapulco, Guerrero, México. 

Datos del autor: 
caballeroperaza@hotmail.com 
Twitter: @caballeroperaza



sábado, 14 de febrero de 2015

Equivocada

Este es un relato que escribí hace como tres años en un San Valentín y participó en una antología del Club de las Escritoras Pasión y amor, relatos de San Valentín... Espero que les guste <3 


Diana se sentó en el sofá de su gran casa. Se sentía derrotada. Su esposo acababa de dejarla. No podía creer que después de veinte años de matrimonio, él la dejara así. Es cierto, habían tenido problemas, pero eso no era motivo para alejarse. También era cierto que ella era, por mucho, más peleadora que él. Mientras ella gritaba, él se mantenía tranquilo, callado, algo que a Diana le molestaba de sobremanera, porque lo que ella quería era pelear. Y ahora lo consiguió. Hoy, al llegar del trabajo, Claudio encontró a una mujer histérica. Ella no había tenido un buen día

—¿Qué te pasa? —preguntó él con su voz pausada de siempre. 

—¿¡Que qué me pasa!? —rió irónica— ¿Acaso no lo sabes? —preguntó y él no supo qué responder, podían ser miles de cosas— Estoy cansada de esta vida, estoy cansada de esta casa. ¡Esta vida de mierda que me haces vivir me tiene cansada!

Claudio sintió como su corazón se encogía al oír, una vez más, esas palabras. Miró a su esposa: aún enojada y gritando se veía hermosa, después de veinte años juntos, la seguía amando, pero él le hacía daño. Ella no era feliz con él. Tal vez, después de tanto intentar hacerla feliz sin conseguirlo, era hora de dar un paso al lado y dejarla para hacer su vida como ella lo quisiera. Su corazón se destrozó en mil pedazos al pensar en ello, pero no se lo demostraría, no quería que ella se sintiera culpable por su sufrimiento. Mentiría. Mentiría con tal de verla feliz, como ella lo merecía. 

—Me voy —dijo él simplemente. 

—¿¡Qué?! —ella se confundió, jamás esperó que su esposo le dijera esas palabras. Diana siempre descargaba su frustración en su esposo y siempre lo sintió tan seguro, tan de ella, que no creyó nunca escuchar aquello.

—Si te hago tanto daño, me voy de esta casa. 

—Tienes a otra, ¿verdad?

Él no contestó. Si le decía que sí, ella sufriría, aunque no lo amara. Si le decía que no, no creería en su partida. Simplemente la miró. 

—No sabes cuánto he esperado esto —replicó ella desafiante—. Mis ruegos se han cumplido. Que de una vez por todas encontraras a alguien para que por fin me dejaras tranquila a mí con los niños. 

—Querré verlos —dijo con un nudo en la garganta. 

—Por supuesto, sabes que no te los negaría. 

—Seguiré manteniendo esta casa, no quiero que trabajes. 

Ella lo miró, pensaba que al irse con otra, la dejaría botada, pero no era así. 

—¿Lo haremos por lo legal o será de hecho solamente? 

—Como quieras, pero no me gustaría un divorcio, si algo me pasara, no tendrías derecho a nada, en cambio así, tendrás todo lo mío. 

—Está bien. Si alguna vez lo quieres, me avisas. 

Claudio dio la vuelta y salió de la casa, derrotado. Ni siquiera le rogó. No hizo nada. Simplemente lo dejó ir. Él la amaba, la amaba tanto y ella… Lloró amargamente. Su vida quedaba atrás, todo lo que amaba lo había perdido para siempre. El amor de su vida, su mujer, su niña, su amante, su…

Echó a andar el auto y salió a toda prisa, mientras Diana miraba por el ventanal a su esposo irse. ¿Por qué le hacía esto después de tantos años? ¿Se habrá cansado de sus berrinches y por eso buscó a otra? No podía ser cierto. Una lágrima amarga rodó por su mejilla. No quería llorar, su orgullo era más grande. O eso pensó hasta que vio a su esposo alejarse calle abajo. 

Sentada en el sofá pensaba en sus posibilidades. ¿Y si lo conquistaba de nuevo? ¿Querría él ser conquistado por ella? ¿O estaría demasiado feliz con su nuevo amor? 

Diana se quedó pensando. Él siempre la conquistaba. En cambio, ella no agradecía nada de lo que su esposo hacía por ella, si Claudio llegaba con flores, ella decía que no le gustaban. Si él aparecía con chocolates, entonces él estaba “boicoteando la dieta”. Si la invitaba a salir, hacía frío o calor, estaba cansada o no tenía tiempo. Nada de lo que él hacía, a ella le parecía. ¿Sería que no lo amaba? Lo meditó todo aquel día y gran parte de la noche. Necesitaba la respuesta correcta, libre de orgullo, enojo o pasión. 

Llegó a la conclusión que sí lo amaba, no quería perderlo y no se daría por vencido. Ella lo amaba aunque no muchas veces se lo demostraba y gran parte del tiempo lo culpaba a él de sus desgracias. “¡Tonta, tonta y más que tonta!”, se repetía una y otra vez. Debía hacer algo y pronto, antes que llegara otra y se lo arrebatara para siempre. La pregunta ahora era: “¿Cómo?”

Lo llamó a su celular, pero no contestó. Llamó a su oficina y Fernanda, su secretaria, le dijo que estaba en una reunión. 

—Fernanda —le suplicó Diana—, él no quiere hablar conmigo, ¿cierto? 

—Señora…—no le podía mentir—, me dijo que no le pasara sus llamadas. 

—¿Puedes hacerme un favor? ¿Puedes darme una cita con él? Es que me equivoqué y quiero recuperarlo. ¿Me ayudarás? 

—Por supuesto, señora, yo sé que él la ama mucho —Diana casi pudo ver la sonrisa en los labios de Fernanda—. Puedo hacer una reservación para una cena que él pensará de negocios, pero será una cena romántica con usted, aprovechando que es 14 de febrero, el día del amor. El resto dependerá de usted. 

—Gracias, Fernanda —contestó emocionada. 

—Le mandaré por e-mail los detalles de la reservación. Espero que todo salga bien. 

¿Cómo pudo pensar que Fernanda era su amante? Los celos la enceguecían, muchas veces veía cosas donde no las había y era motivo de discusiones y peleas. 

Aquella tarde se dedicó exclusivamente a ella, se dio un baño relajante con sales aromáticas, se arregló más de lo habitual, se peinó, se maquilló, se pintó las uñas. Se colocó ropa interior sexy y se vistió con el vestido favorito de él. 

Llegó puntual a la “cita”. Estaba nerviosa, no sabía cómo iba a reaccionar su esposo, y más que eso, estaba nerviosa por la anticipación, algo le decía que él la aceptaría de vuelta, quería besarlo, amarlo, que todo volviera a ser como antes. No. Tenía que ser mejor. 

Cuando la vio entrar a la salita privada del restaurant, Claudio quedó de piedra. Estaba más bella que nunca, muy bien maquillada, con ese vestido que… Respiró hondo, debía tranquilizarse. 

—Hoy es el día del amor… —dijo ella nerviosa y asustada— y quería pasarlo contigo. 

Él la miraba con sus ojos llenos de amor. 

—Hubiese sabido que eras tú mi cliente —sonrió feliz—, te hubiese traído un regalo. 

—No importa —aseguró ella—, con que no me rechaces, es suficiente. 

Él se acercó a ella y le tomó la cara entre sus manos. 

—Jamás podría hacerlo. Jamás. Te amo. ¿No lo entiendes? 

—Me dejaste —hizo un puchero. Él la abrazó fuerte. 

—No soportaba verte sufrir tanto por mi culpa. Si no te hago feliz…

—Te he extrañado tanto. Tanto. Perdóname.

—¿Te hago feliz? La verdad —le suplicó él, mirándola a los ojos. 

—No me di cuenta lo feliz que me hacías hasta que te perdí —Sus ojos se aguaron. 

—Nunca me has perdido, mi amor, ni me perderás, si me alejé fue para no lastimarte más. No quería verte infeliz a mi lado. 

Ella lo besó con miedo, con amor, ternura y deseo. Él correspondió de la misma forma. 

—Prometo no pelear más —aseguró ella en su boca —para que no te canses de mí. 

—No lo prometas, así te conocí y así te amo. Extrañaría a mi niña caprichosa.

—¿No te has aburrido de mí?

—Jamás. Ni un solo día. 

Ella lo volvió a besar con pasión, con amor y ternura, siendo correspondida de la misma forma por su esposo, que ahora que se sabía amado, nunca volvería a dejarla. Nunca más. Este día de San Valentín sería el comienzo de una nueva etapa en sus vidas. La mejor. 





viernes, 6 de febrero de 2015

Primer capítulo de Terror, brujos en Chiloé

1790


¡Estad atentos! grité a mi tripulación, necesitaba a cada uno de mis hombres en sus puestos. En cuanto arribemos a la isla, les demostraré mi poder. No me comportaré como en Queilén, con misericordia, no. ¡Aquí sabrán quién es José Manuel de Moraleda y Montero! No volveré a mi tierra vencido ni me apersonaré ante el rey cargando mi derrota, tampoco vosotros queréis hacerlo, eso significaría la humillación y muerte para todos. ¿¡Es eso lo que queréis?! grité, recibiendo un firme "no" por respuesta de mis seguidores. ¡¿Es eso lo que queréis?! insistí con mayor volumen, otra vez su respuesta: "no", retumbó en mi fragata "El Socorro". Entonces... ¡Vamos a por ellos! 
Mi postura firme y mi bien ganado orgullo y fortaleza, hizo que mi dotación de marinos tomaran las fuerzas necesarias para continuar en nuestra misión, la Ciudad de los Césares debía ser encontrada y los lugareños me debían ayudar. De otro modo, los obligaría. Y tenía los medios para hacerlo.
Apeamos en Tenaún con dos misiones muy claras. La primera conseguir esclavos para llevar a España y a otros tantos para ayudarme en la exploración, en la que debíamos ubicar la ciudad que tan esquiva nos había sido; y la segunda, demostrar mi poder. No dejaría que unos indios sin ley se burlaran de mí.
Muchos de los nativos llegaron a la orilla a observarnos. Y cómo no, si para ellos nosotros éramos dioses. Y ahora les demostraría mi poderío. Verían, con sus propios ojos, de lo que era capaz.
Me posicioné firme en la tierra y hablé a los veliches (aborígenes de Chiloé) del sector, quería que confiaran en mí, mas, al no ser posible, ya que nadie quiso tomar mi invitación por las buenas, hice algo con lo que estaba seguro, les convencería.
Usando un hechizo, me convertí en un pez gigante ante sus ojos. La gente aplaudió mi atrevimiento de mostrar mi magia frente a ellos. Caminé hasta una roca y me transformé, de nuevo frente a ellos, en un magnífico lobo de mar.
Si bien era cierto, los indios estaban entusiasmados y complacidos con mi poder, no había asombro en sus miradas.
Entonces, me troqué en paloma y volé por sobre sus cabezas. Pero nada sucedió. No lograba convencer a los indios de acompañarme.
Fue en ese momento que, irguiéndome, los enfrenté.
¿Qué no os llama poderosamente la atención las maravillas de mi arte? los interrogué preocupado, si mis artimañas no funcionaban, no sabría qué lo haría.
Uno de los hombres del lugar dio un paso al frente y me miró con sorna.
De gustarnos nos gusta respondió, pero no hay brujo de la costa que no haga estas travesuras.
¿Acaso estaba en frente de más hechiceros?
¿También tenéis hechiceros? No era capaz de creer en sus palabras y exigí: ¡Traedme uno al instante!
Hay una bruja que está de paso por estas tierras ―explicó―. La buscaremos y la traeremos ante vuestra presencia, señor.
Eso espero. Aguardaré en mi barco hasta que vosotros volváis con esa mujer.
Hice embarcar a mi tripulación. Seguramente esa hechicera tardaría, si sabía lo que le convenía, no querría tener un enfrentamiento conmigo.
Pasado el mediodía apareció una mujer. Una mujer de singular belleza y dulce mirada. Se detuvo a unos metros de la orilla.
¿Qué buscas en mi isla? me preguntó con soberbia. Me dicen que queréis llevaros con vosotros a mi gente como esclavos.
No como esclavos, mi señora, como ayudantes.
Sí, vosotros sois todos iguales, mentirosos y arrogantes, engreídos que creéis que la tierra es vuestra y la gente también.
Necesitamos obra de mano.
Para tratarlos como animales. ¡De aquí no se mueve un alma con vos!
¡Eso lo veremos, vuestra merced!
Chilpilla es mi nombre, señor, y os demostraré que aquí en mi isla nadie viene y va sin mi consentimiento.
Bien, Chipilla, mi señora, os reto a un duelo de magia, quien venza decidirá el futuro de estas gentes.
La mujer sonrió como si ya fuera la triunfadora. Ilusa. No tenía idea de quien era yo. Yo era más dios que todos sus dioses juntos. Descendí de mi navío y procedí a acercarme a la hechicera. En el camino me convertí en un oso pardo, al cual ella no pareció temerle. Al llegar a su lado, no hizo amago alguno de correr, al contrario, me miró desafiante. Entonces, lancé un rayo que cayó desde el cielo, sin embargo, ella lo desvió a unas rocas a la orilla del mar.
Buen intento, don José me dijo con total falta de respeto, ahora os demostraré quién soy yo.
Chilpilla principió a romancear una especie de oración, al tiempo que gesticulaba y contorneaba su cuerpo. Todo esto desde su lugar. Sin moverse un ápice de la orilla del mar. Las aguas se revolvieron y empezaron a producir una especie de torbellino en torno a mi goleta, hasta que mi embarcación quedó completamente en seco. La desazón fue general. Nadie entendía nada. Los hombres murmuraban intentando comprender lo que ocurría.
¡Hostias! ¿Y cómo habéis hecho eso? No pude evitar consultar a la mujer. ¿Qué clase de ilusiones son estas?
Me di la vuelta y avancé por la orilla del mar, gritando a mis hombres que se calmasen.
―¡Tranquilos!, ¿cómo va todo por allá?
Que estamos en plena lama, Don José Manuel, ¡varados! ―respondieron todos a la vez.
Sácalos de allí ordené a la mujer, pero no me hizo caso. Por favor, volved mi navío al mar. 
Observé a Chilpilla que permanecía rígida como una estatua, como si sostuviera la respiración. Lentamente, fue exhalando a medida que su pecho subía y bajaba y su cabeza se erguía. Las aguas se fueron soltando y mi barquilla de alférez de fragata de la Real Armada Española, comenzó a reflotar. Suspiré alivianado. Si hubiese perdido aquella flota, habría sido hombre muerto.
Cuando terminó de flotar y mis hombres estuvieron a salvo, no había más nada qué decir.
Pues que vos os habéis hecho merecedora de todo mi respeto y crédito acepté haciendo una reverencia. Y en consideración  a lo que mis ojos han visto y mi corazón se ha maravillado, quiero dejaros una joya para que vuestra merced lo administre y le deis el mejor uso posible. Esperadme un instante.
Subí a una piragua en dirección a mi lanchón. Tomé mi Levistorio (libro de magia) y lo llevé con la mujer. Ella me miró con desconfianza al yo extender el libro hacia ella.
En este libro, se anotan todos los secretos de este arte misterioso que es la brujería. Usadlo con juicio y avanzaréis en el dominio de los misterios de la naturaleza y del ser humano le señalé para que confiara en mí.
Ella miró el libro y luego a mí.
¿Por qué yo?
Seguro estoy de que vos podréis hacer un buen uso de lo que hay escrito en su interior. Vuestra alma es pura y cristalina. Mi corazón lo ha percibido y mis artes mágicas me lo han confirmado. Con vos, este libro estará seguro. Si cae en las manos equivocadas... No os quiero contar lo que podría suceder.
Don José Manuel de Moraleda, es usted un hombre sincero; creí, al llegar aquí, que usted sería un ser sin corazón ni moral, pero veo que me he equivocado. Puede usted irse en paz.
Espero algún día volver a encontraros, mi señora. Le hice una nueva reverencia, tomé su mano y la besé en un acto de total respeto, que era lo que ella inspiraba en mí.
Yo espero que sea en otras circunstancias.
Lo serán, mi dama, eso os lo puedo asegurar.
Mejores que esta.
Por un tiempo mejor para los dos me reverencié ante ella.
Sonreí y salí de allí rumbo a mi fragata, esperando no volver por esos lugares, aunque la imagen de Chilpilla jamás la podría borrar de mi memoria.
Y así fue. Hasta el día de hoy.


La historia de Chilpilla


Chilpilla abrazó el libro como una niña pequeña abraza a su primera muñeca. Luego de mucho rato, lo tomó en sus manos y lo abrió. Solo había un problema. Ella no sabía leer.
Los lugareños se acercaron y la felicitaron por su reciente actuación. Chilpilla solo se limitó a sonreír.
Acompañada de su fiel amiga, Isolina, se dirigió a Quicaví, cruzando bosques y montañas, hasta una cueva muy especial, a donde muy pocos tenían acceso. Seguidas por el fiel sirviente de Chilpilla, Mateo, un niño de diez años, entran a la cueva.
Reúnelos a todos ordenó al niño con cariño, cualquier brujo que quiera unirse a mí, será bienvenido, siempre y cuando cumpla con un solo requisito, un juramento de lealtad y silencio. Nadie debe saber que existe esta cueva. Nadie más en esta isla debe saber lo que haré.
Sí, mi señora contestó con respeto el jovencito.
Y Mateo, no me falléis.
El niño la miró fijo un momento.
No, mi señora, jamás le fallaré
Diciendo aquello, echó a correr montaña abajo a buscar a los brujos del lugar. Su señora era lo más importante para él y no iba a fracasar en su encomienda.
Chilpilla miró el libro. Era de cuero café, con hojas amarillas, la mujer recorrió con sus dedos una de sus páginas. Lo que había allí era un gran secreto todavía para ella. Pero ya sabría su significado.
Salió de la cueva y se paró fuera de ella. La miró. El lugar era uno de los más recónditos de la isla, si es que no la más escondida; detrás de un traiguén (cascada), oculta por la maleza y perdida entre los cerros, no era un lugar de fácil acceso. Esta fue la cueva donde ella nació como bruja. Donde el mismo Diablo la hizo su discípula y le enseñó todo lo que ella sabía.
Recordó aquellos momentos como si hubiesen ocurrido recién. Y habían pasado ya más de cien años.
 *******


Hija de madre nativa y padre español, nació siendo la hija de la empleada. Ella, una mujer que no le gustaban las órdenes de nadie, no se dejó jamás doblegar, por nadie. Su padre la amaba, de eso no había duda, siempre decía que ella era especial, distinta a sus otros hijos, aunque nunca le explicó por qué, tampoco la trató igual que a sus hermanos, ella gozaba de privilegios que los demás no tenían. Pero todo eso ya no importó cuando su padre murió.
Al llegar a la adolescencia su rebeldía se acrecentó. Y con ella una nueva oportunidad. Un día de agosto de 1675, al adentrarse en los bosques, se encontró con quien dijo ser el mismísimo demonio, el que le ofreció un favor a cambio de sus servicios. Chilpilla, con toda su juventud a cuestas y su inexperiencia, aceptó sin dudar el trato, a cambio de convertirse en la bruja inmortal más poderosa.  
Aquella noche desapareció de su casa. Su familia nunca más supo de ella y, por más que su tío paterno gastó fortunas en buscarla, o al menos encontrar su cuerpo, jamás dieron con la niña.
El ritual para convertirse en bruja, no era nada fácil. Pero ella haría lo que fuera para conseguir el poder y la vida eterna.
¿Estás preparada para cualquier cosa? le preguntó el demonio una vez más.
Sí afirmó con decisión.
Sabes que en el transcurso de esto puedes morir.
Sí.
¿Estás segura de querer hacerlo?
Sí.
¿Entiendes que para ser una de mis hechiceras y lograr la inmortalidad tus sentimientos deben morir o, al menos, esconderse muy en el fondo de tu alma, alma que me pertenecerá por los siglos de los siglos?
Lo entiendo.
En realidad, hasta ese momento, Chilpilla no entendía a cabalidad todo lo que implicaría convertirse en la bruja más poderosa de la zona; de todas formas, continuó. Ella no echaba pie atrás ante nada y no lo haría ahora.
Verás morir a tu madre.
Chilpilla tomó aire y elevó el mentón.
De todos modos morirá.
El demonio sonrió con satisfacción. Esa mujer, con su enorme energía tomada de los dos lados del mundo, era perfecta para controlar la isla entera y subyugarla para él.
Entonces, vamos.
El Diablo se convirtió en un hombre casi repugnante y acercó su cara a la de ella. La joven no se movió de su lugar ni apartó la vista.
Muchas han huido horrorizadas.
No yo.
Eres muy valiente. O muy tonta.
Tonta no soy ni lo he sido jamás.
El hombre caminó alrededor de ella escaneándola de pies a cabeza en todo su contorno. Cuando volvió al frente de ella, era otro. Un joven apuesto y atrayente. Aunque, dicho sea de paso y con sinceridad, el anterior hombre, a pesar de su fealdad, también tenía un imán que atraía.
Vamos, Chilpilla, que alguien debe morir, no hagamos esperar a la muerte que ya está a las puertas, esperando para ganar un alma.
¿Dónde irá ella?
¿Te importa?
No, la verdad no, me interesa saber a dónde van todas las almas que han muerto, eso sí me da curiosidad.
El infierno y el cielo no existen, si es que eso te preocupa, existe un lugar, sí, un lugar de tormento, hasta que todo queda saldado en la tierra y luego se van...
¿A dónde? preguntó interesada.
A donde tú nunca llegarás.
La tomó del brazo sin delicadeza y emprendió el vuelo hacia el lugar de residencia de los Bahamonde, el padre de la mujer. Ella se intentaba afirmar de él, pero no era capaz.
No temas, no te dejaré caer.
Me duele.
Y esto es solo el principio se burló él.
Ella se quedó quieta. Él con un rápido movimiento la apegó a su pecho y Chilpilla se abrazó a su cuello.
Vamos a ver qué tan dispuesta estás a servirme como lo deseo.
Estoy dispuesta.
¿A cualquier cosa?
A cualquier cosa confirmó. Por la vida eterna y el poder.
Eres ambiciosa.
Sí, ¿algún problema con eso?
También insolente.
No le he faltado el respeto.
Me gustas. Serás una gran machi kalku (bruja mala).
Eso espero.
Con mi ayuda, claro que sí. Todo el mundo se doblegará a tus pies.
Eso lo espero más respondió sonriendo.
Bajaron a las afueras del campo de los Bahamonde justo al momento en que la madre de Chilpilla salía con unas ropas para llevarlas al río.
¿Preparada?
Claro que sí.
Aunque Chilpilla tenía un nudo en la garganta, no le importaba, su madre nunca la quiso, para ella solo era una guacha más del patrón y odiaba que su padre tuviera preferencia por ella.
Un resbalón en la tierra húmeda, hizo caer a la mujer que bajaba la quebrada. Cayó al fondo del precipicio, a un lado del estero del bajo. Aún respiraba cuando se acercaron el demonio y Chilpilla.
No ha muerto comentó la joven.
No. Ahora es tu trabajo.
¿Qué quiere decir?
Tienes que terminar de rematarla.
¿Yo?
¿No que estabas dispuesta a todo?
Sí. No es ese mi problema. No sé cómo hacerlo. Al decir esto, se giró para mirar a su acompañante a la cara. Craso error, pudo ver en sus ojos, las intenciones que tenía.
No importa. Le dedicó una sonrisa deslumbrante y maquiavélica a la vez.
De algún lugar que Chilpilla no alcanza a captar, sale un enorme palo que le entrega a la joven.
Un solo golpe basta.
No soy asesina.
Entonces no sirves y la muerte de tu madre será en vano.
El hombre, sin insistir, se dio la media vuelta y desapareció de la vista de Chilpilla.
¡Lo haré! Está bien, lo haré.
No hubo respuesta. Nada. La muchacha no sabía qué hacer. Miró el palo que tenía en las manos y, conteniendo la respiración, dio un certero golpe a su progenitora.
Bene factum, inquit puellam escuchó la voz del hombre a sus espaldas.
La joven giró y lo miró confundida.
Bien hecho, jovencita aclaró con solemnidad.
¿Ahora sí estoy preparada?
No te importó asesinar a tu misma madre, supongo que sí estás lista para ser hija de...
Detén esto. Otro hombre, de rostro amable y ojos penetrantes se acercó a la pareja.
¿Qué haces aquí?
Vengo a ver lo que tú estás haciendo... Y diciendo.
No he hecho más de lo que tú me has pedido, amo.
¿Seguro? ―preguntó el hombre sin posar en ninguno su mirada.
Así es, señor.
Chilpilla se descolocó, no sabía que el Diablo debía dar explicaciones de sus actos a alguien más.
Porque él no es Satanás. Yo soy el mismísimo Diablo y envíe a buscarte. No a asesinar. El hombre la miró con ojos de fuego que sintió traspasar a todo su ser con dolor.
Chilpilla se quedó de piedra. No sabía qué replicar. No era su culpa y lo sabía. Fue engañada.
Sí, lo fuiste contestó el recién llegado a sus pensamientos, pero te costó nada hacerlo.
Chilpilla no dijo nada e intentó no pensar.
Necesito gente a mi favor, necesito brujos y hechiceros poderosos para que me sirvan expresó con firmeza, pero no necesito sicarios, que para eso, bastante bien lo hace mi rival. Sonríe como si lo último hubiese sido un gran chiste. Lo que necesito es gente valiente que no tema enfrentarse a sus contrincantes, que no tema luchar por lo que cree y que sea capaz de hacer lo que hay que hacer con decisión.
¿A cambio de qué?
¿Qué te prometió mi enviado?
La vida eterna y el poder.
El líder se echó a reír con burla.
Pides bastante, muchacha.
Si no se puede... Ella se encoge de hombros y hace amago de retirarse.
Claro que puedo darte eso y más. Pero tú debes saber lo que te espera y lo que debes estar dispuesta a hacer. Y por qué te daría a ti, lo que no le doy a otros. ¿Estás dispuesta a hacer todo con tal de obtener aquello que anhelas? ¿Aunque sea mucho peor?
Acabo de matar a mi madre, ¿qué puede ser peor?
Saber que la mataste por el motivo equivocado.
Chilpilla, que iba comprendiendo cómo funcionaba aquello, ladeo la cara e intentó no parecer sorprendida.
¿Y por qué debía matarla?
Porque ella estaba en oposición a mí. Fue muy religiosa.
Pero era mala. La iglesia poco y nada le servía. Además, vivía con las machis de aquí, ayudando a la gente, a los enfermos y todas esas cosas. Era machi (hechicera) de cuna antigua.
Lo sé, pero ella estaba en mi contra, fue una gran hechicera y se volvió mi enemiga. Y debes estar dispuesta a luchar contra quien sea que se oponga a mí y mis leales amigos, entre los que te puedes contar.
Chilpilla le regala una exquisita sonrisa.
¿Qué tengo que hacer?
Es simple le dijo al tiempo que la tomó del codo y caminó con ella bosque adentro, lo primero que haré será prepararte. Debes dejar de sentir miedo, dolor y amor. Y para ello, te voy a adiestrar, te vas a enfrentar a los más terribles sucesos que puedas imaginar; si eres capaz de sobrepasarlos y superarlos, entonces, estarás lista para ser mi bruja. ¿Dispuesta?
¿Voy a obtener lo que quiero?
Nadie más que yo, en persona, podrá destruirte aseguró con voz firme.
¿Y el poder?
Eso dependerá de ti.
Se giró y la miró directo a los ojos, volviendo a traspasarla con su mirada, provocando dolor en todas sus terminaciones nerviosas. Él sonrió, lo sabe, pero ella se mantuvo quieta, sin una sola mueca. Le ganaría a ese dolor y, cuando lo hiciera, sería más fuerte.
Tienes razón.
El hombre siguió caminando sin soltar a la futura hechicera. Podía leer su mente tan claramente que a ratos no sabía si había contestado a sus palabras o a su mente.
Llegaron  a lo profundo del bosque, internados lejos de todo.
Está anocheciendo comentó la muchacha.
Perfecto respondió él.
El otro hombre, el primero que habló a Chilpilla, los seguía muy de cerca.
¿Qué tengo que hacer? interrogó ella curiosa.
Pasarás esta noche y las siguientes 12 noches aquí. Enfrentarás tus peores miedos; tus peores pesadillas se harán realidad. La siguiente luna llena vendré a por ti y, si estás más fuerte, te llevaré conmigo a terminar tu entrenamiento. De otro modo, si no has sido capaz de sobrepasar esto...
¿Qué me pasará? preguntó atemorizada.
Serás mi presa de por vida, jamás morirás, te lo prometí, y tu castigo será eterno.
Chilpilla toma aire y accede a realizar los rituales y las cosas que él ordene.
Te daré un poco de mi fuerza, tu juventud puede jugar en contra, y no quiero perder a alguien con sangre tan valiosa como tú.
Antes que la mujer pudiera notarlo, el hombre se acerca a ella y la besa, pero no fue un beso normal de amor, fue como si hubiese arrojado, dentro de su boca, un humo negro y espeso. Así lo imaginó. Así lo sintió. Lo miró conmocionada.
Agradece este gesto mío, de otro modo, no serás capaz.
En el aire se desapareció tras una niebla oscura que luego de esfumarse, dejó no solo vacío, sino en completo silencio, todo el lugar.

*******   

Chilpilla... ¡Te estoy hablando! exclamó Isolina, sacándola de sus pensamientos.
¿Qué pasa, Isolina? respondió la bruja, molesta por tener que salir de sus recuerdos.
La noche estaba cayendo y los recuerdos cada vez se agolpaban con más fuerzas.
¿Qué te pasa? Te estaba preguntando qué es lo que pretendes trayendo a los brujos a este lugar. Siempre ha sido solo tuyo, amiga, y ahora lo compartirás con los demás.
Esto estaba previsto, se vienen cosas, Isolina, hechos nada agradables.
¿Qué cosas, Chilpilla?
Cosas... Cosas que nadie espera. Y los brujos deberemos estar más unidos que nunca. De otro modo, todos pereceremos. Y ahora déjame. Necesito pensar.

Chilpilla caminó unos pasos y se sentó bajo la luz de la luna a seguir recordando...





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