jueves, 13 de marzo de 2014

Cuentos por la vida. Antología Todos con Idaira



CUENTOS POR LA VIDA es una antología a favor de una niña de dos años, Idaira, que sufre una enfermedad rara: Atrofia Muscular Espinal (AME) tipo I, una enfermedad para la cual no hay tratamiento, mucho menos cura. La sobrevida de estos niños apenas supera los dos años, por lo que a Idaira le queda poco tiempo. Si bien es cierto, Idaira no podrá beneficiarse de los adelantos médicos que se puedan conseguir, lo que quieren sus padres es que este tipo de enfermedades no se dejen de lado por ser pocos los que la padecen, al contrario, que se busque la manera de encontrar un tratamiento, una cura para todos los niños que nacerán con este problema. 
Siempre se dice que los hijos no son nuestros, son prestados, pero tener un hijo con fecha de caducidad, por así decirlo, no es fácil. Esperar, impotente, que tu hijo deje este mundo, es un dolor constante, una preocupación que no deja vivir. 
Y el hecho de verlos a ellos sin poder llevar una vida normal , Idaira jamás podrá gatear, caminar o sentarse solita... Cosas tan simples para los demás niños. 

Por esa razón y apoyando esta causa, es que un grupo de escritores, incentivados por Encarni Arcoya, nos hemos reunido para hacer una Antología de cuentos, llamado "Cuentos por la vida. Antología Todos con Idaira", en el cual, con mucho orgullo, estoy participando con mi primer cuento infantil: La oruga más bella de todas. 
Para colaborar con esta linda iniciativa, pueden entrar Aquí y puedes ayudar comprando un libro (por anticipado) en E-book o en físico por unos cuantos euros, de los cuales obtendrás royalties de las ventas, los cuales podrás donar a la causa posteriormente, si así lo deseas. 






Algunas ilustraciones de cuentos participantes: 







Un extracto de mi cuento: 


Sin saber muy bien cómo, por la noche no sintió frío y cuando se dio cuenta, tenía una frazada de seda que la rodeaba por completo. Y como estaba tan cansada, se quedó allí mismo, sin preocuparse de nada. Y durmió. Durmió. Durmió. Muchos días. Demasiados días.
Y siguió durmiendo.
Al despertar, se sentía diferente. Parecía otra. Pero no lograba darse cuenta de lo que era. Se levantó. Le costó sacar esa frazada de seda que se había cristalizado. Entonces se dio cuenta. ¡Tenía alas! 


Puedes ver el vídeo aquí



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